domingo, 20 de diciembre de 2009

El romanticismo ya no existe


Las escenas seleccionadas en este video son mi parte favorita de Cuando Harry encontró a Sally.
Pensando en el asunto de los primeros encuentros, del amor a primera vista, y del Destino y demás tonterías, me he preguntado cómo serán las historias de amor de los años venideros.
"Mis padres se conociéron un 19 de Diciembre de 2009, sábado, en el Copolla (Madrid). Mi madre llevaba una minifalda tan corta que, cuando se agachaba, lanzaba flashes de ropa interior rosa pastel a todo aquel que quisiera mirar (y al que no, también). Mi padre se enamoró de su escote made in sujetador con relleno del H&M, y cuando consiguió reunir el suficiente valor (o la suficiente cantidad de garrafón en sangre) se dedicó a restregarle el paquete contra la pierna, que era como se bailaba en aquel entonces. Mi madre se quedó prendada de la mirada ebria y descarada de mi padre, y dejó que le metiera la lengua hasta la glotis.
Ni se dieron el número de teléfono al despedirse, cuando los amigos de uno decidieron irse a una rave ilegal en Villaverde y las amigas de la otra decidieron que las 6 de la mañana era una hora estupenda para comer chocolate con churros (y vomitarlo después en cualquier árbol de Moncloa, una costumbre arraigada en los jóvenes de la época).
Pero el Destino quiso que se volvieran a encontrar esa nochevieja, en la Copérnico. Ella llevaba un vestido espectacular estilo saco de patatas con cinturón-faja. Él iba en vaqueros. Y cuando la vió, decidió que la haría suya. Al fin y al cabo, ya se habían visto dos veces, largo noviazgo para los efectos.
Y nueve meses más tarde nací yo. Mis padres no se casaron, porque por aquel entonces él tenía 27 años y toda la vida por delante, y ella 19 y un futuro deslumbrante como cajera del Primark (soñaba con llegar a encargada de la sección de señoras algún día). Yo no eché de menos la figura paternal porque mi madre mantenía una vida sexual activa y me presentaba a todos sus novios, y todos querían ser mis amigos.
Yo sólo espero poder encontrar a la mujer de mi vida igual que hizo mi padre. Éso me haría feliz."
Se me puede tachar de cínica, por censurar como una abuela nuestro modo de vida, o de inocente por pensar que todos tenemos derecho a un poco de romanticismo en nuestras vidas... Pero me parece tan triste que con lo desesperados que sonamos todos cuando hablamos de encontrar a la persona que nos haga felices para siempre, aun así nos lancemos de forma tan banal y gratuita a la búsqueda y captura de un trozo de carne, y diluyamos en alcohol y olvido el efecto que tiene las conversaciónes de las cuales recuerdas cada palabra, las miradas cómplices tras un chiste privado, el temblor de manos al rozar la piel ansiada, tan cerca y tan lejos... Debo de estar haciéndome vieja.

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