Bueno. Ya está bien. Ya he tenido suficiente.
Hoy, en el hospital en el que trabajo, nos hemos enterado
POR LOS PERIÓDICOS que van a desmantelarlo. Van a convertirlo en una especie de
geriátrico, sin cirugías, sin urgencia. Ahora mismo no sé que va a pasar con
esos adjuntos y residentes a los que van a botar del hospital dando las mínimas
explicaciones.
Lo que sí sé, es que si (tal como planean), me quitan las
guardias, no podré pagarme el alquiler y comer en el mismo mes. No hablemos de
pagarme el abono, pagar la deuda con la academia que me permitió tener un
trabajo ahora mismo, pagarme los imprevistos que surgen cada mes. Porque aunque
os parezca increíble, soy médico, y mileurista.
Y estoy hasta los mismísimos ovarios de los políticos que
han permitido que la situación se desarrolle de tal forma que hoy esté llorando
mientras escribo esto, porque no sé que será de mi futuro y esta incertidumbre
me abruma.
Pero no sólo estoy harta de ellos, de los que tienen el
poder sin merecerlo, y lo utilizan para sus propios fines.
También estoy harta de VOSOTROS, los que decís que ésta es
la única solución a la crisis. Que todavía estáis tan ciegos que continuáis
diciendo que lo hacen para mantener una democracia que es un fantasma, un
disfraz para un sistema esclavista al servicio de unos pocos. Llevo años viendo
como el sistema se come a las personas.
Hubo una época en la que tuve que dejar de lado mantenerme
informada, ser crítica con lo que me rodea, indignarme con las injusticias
porque sentirme frustrada me consume. Pero no puedo escapar de la realidad, y
menos cuando te abofetean continuamente con insultos a tu inteligencia y a tu
dignidad, diciendo que eres antisistema como si eso te convirtiera en monstruo
cuando los monstruos son ellos, tachándote de antidemócrata porque protestas
diciendo que democracia no es cambiar las leyes para sacar beneficio de la
ruina de todos.
Estoy muy cabreada. Pero los que más me cabreais, sois los que
pensáis que todo esto es injusto. Los que asentís cuando me entra la verborrea
y hablo y hablo sobre la misma mierda en la que nadamos. Pero luego, con dos
cojones, afirmáis que las huelgas no valen para nada, que no se consigue nada
luchando, de los que todavía tenéis miedo a que os quiten lo que tenéis son
pensar en que os lo van a quitar todo. Y será culpa vuestra.
Porque luchar sí sirve para algo. Salir a la calle y
protestar, de forma pacífica, es el único recurso que nos queda antes de la
violencia. Y el día que salgamos todos los que somos a la calle, ya no podrán
decir que la mayoría silenciosa es de derechas, y no está molesta por el camino por el que nos llevan.
El 14 de Noviembre
hay una huelga general, y una manifestación. Puedo entender que hace años,
cuando tus hijos podían ir a la Universidad, cuando tus abuelos no pagaban por
los medicamentos, cuando tenías justicia aparente, libertad aparente,
democracia aparente, no hicieras la huelga, no fueras a la manifestación, no
gritaras de frustración. Pero en este momento, ¿de verdad que no encuentras un
mínimo motivo para protestar? ¿No conoces a nadie a tu alrededor que esté
arruinado, parado, enfermo (y por tanto arruinado), licenciado (y por tanto
despreciado) o de alguna forma jodido por la situación?
No puedo escribir aquí todo lo que pienso. Ni siquiera estoy
segura de que alguien lea esto y se vea mínimamente influido en su visión de la
realidad.
Pero yo no puedo más. Me dáis ganas de llorar, me dáis pena
infinita. Porque seréis mediocres, y le daréis vuestro poder a otros que lo
utilizarán para machacaros, en vez de utilizarlo vosotros mismos para cambiar
vuestro mundo.