miércoles, 9 de diciembre de 2009

Dolor y placer.

Hoy me he quemado la punta de los dedos. Tengo el pulpejo enrojecido y dolorido, y todo lo que toco, duele. Intenté beber un vaso de agua, y cayó al suelo, hecho añicos. Intenté escribirte un mensaje, tonta de mí, contándote lo que me había pasado, pero fue inútil. Ardía, dolía, mataba.

Incluso ahora, cada tecla que pulso es un pequeño calvario. El dolor se extiende por la palma de las manos hasta los hombros. Me produce escalofríos y me hace fruncir el entrecejo, pero sigo escribiendo. Tac,
tac, tac. Puede parecer tortura china. Si observas mis ojos, llenos de lágrimas, no habrá forma de convencerte de que no lo es. De que en realidad, hago esto porque quiero. Si me das la opción de parar y mojar mis deditos en agua fría, en agua congelada, en agua medicinal, no pararé. Me limitaré a mirarte entre la bruma de mi tormenta lacrimal y a sacudir la cabeza con tanto ímpetu que darás un traspiés, igual que si te hubiera gritado, ¡NO! Con todas mis fuerzas. Y es que escribir me duele, pero es lo único que soporto, porque me lleva hacia mi objetivo, me acerca a él. Necesito contarlo, necesito que lo sepas. Déjame terminar, ya me curarás, ya me consolarás…

He sido tonta, una vez más. Se ha sentado delante de mí, y me ha mirado, una vez más. Y yo, hipnotizada, ¿Qué alternativa tenía? He alargado mi mano, una vez más, y he rozado su piel, con la punta de mis dedos… Lo sé, soy idiota, no te pongas así, ¿Qué opción tenía? Lo he vuelto a hacer, he tocado su piel… Y me he vuelto a quemar.

1 comentario:

  1. hummm... me decías ayer que a veces es mejor estar aburrido que mal (o con dolor), pero creo q el dolor es una sensación tanto o más intensa que el placer (algunos las mezclan!) y son las sensaciones y las emociones las que nos dicen que estamos vivos, por ello, cuanto más intensas, más vivos estamos; de modo que ¡disfruta tu vida!

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