Me apetece arrancar mi culo de esta silla y jugar con la nieve, formar parte de ese resfriado generalizado de etiología: demasiada diversión. Mejillas rojas y ojos brillantes, los quiero para mí.
Salir de paseo bajo esta lluvia fresquita y hacer fotos de torres envueltas en nieve y de gente enfadada. No me canso de ver fuentes que escupen agua mientras mi cara se moja en vertical. Hay un rincón en Madrid donde los cristales parecen un mar gris, y me hacen soñar con baños a la luz de la luna.
Peco de solitaria. Pero nadie sabe mejor que yo que muchas veces hablar sobra, y mirar basta. No me he puesto los guantes para no olvidarme de que fuera de mí sigue haciendo frío. Aunque mis entrañas marchen a toda máquina generando calor, calor humano, de ese que quita el hambre.
martes, 12 de enero de 2010
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