lunes, 27 de julio de 2015

Cosas que he aprendido en Irlanda

1. Soy afortunada por no haber nacido en Irlanda. Esto que al principio puede parecer contradictorio se explica así: todo lo que encuentro bello surge de lo desconocido, de lo inhabitual, de lo extraño. Si hubiera nacido en Irlanda la lluvia, el frío, los bosques, la hierba, el acento, las patatas, las ovejas serían objetos en un decorado  monótono. Así, como son las cosas, los pies mojados, el olor penetrante, el sonido desgarrado suena a victoria, a vida.

2. Irlanda es tierra de colinas. Desde el valle no puedes saber qué vistas habrá en la cima, y subir y mirar y sentarse y pensar se convierte en una aventura, en una historia en desarrollo con final imprevisible. Una vez en la cima, pensar que has alcanzado la meta es un error de novato. Caminando por las cimas es donde adquieres perspectiva, donde se te permite entender la imagen global, el todo, donde encuentras el sentido de las cosas. Ésta es la lección: para encontrar el camino correcto no puedes detenerte jamás. Es necesario seguir caminando.

3. Las vacas, cuando nadie las observa, juegan al pilla-pilla, y paran de jugar en cuanto se sienten observadas. Las vacas tienen vidas secretas.

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