1. Soy afortunada por no haber nacido en Irlanda. Esto que
al principio puede parecer contradictorio se explica así: todo lo que encuentro
bello surge de lo desconocido, de lo inhabitual, de lo extraño. Si hubiera
nacido en Irlanda la lluvia, el frío, los bosques, la hierba, el acento, las
patatas, las ovejas serían objetos en un decorado monótono. Así, como son las cosas, los pies
mojados, el olor penetrante, el sonido desgarrado suena a victoria, a vida.
2. Irlanda es tierra de colinas. Desde el valle no puedes
saber qué vistas habrá en la cima, y subir y mirar y sentarse y pensar se
convierte en una aventura, en una historia en desarrollo con final
imprevisible. Una vez en la cima, pensar que has alcanzado la meta es un error
de novato. Caminando por las cimas es donde adquieres perspectiva, donde se te
permite entender la imagen global, el todo, donde encuentras el sentido de las
cosas. Ésta es la lección: para encontrar el camino correcto no puedes
detenerte jamás. Es necesario seguir caminando.
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